martes, 28 de octubre de 2008

Lo que pasó en La Paz, Bolivia, el 21 de octubre

Una lección de democracia viva y actuante, de participación del pueblo en la forja de su destino. Niko Schvarz

Hay días en que se condensan muchos días, a veces meses y hasta años, de luchas y esfuerzos sostenidos de muchos hombres y mujeres, mancomunados por un objetivo o un ideal colectivo.

Eso es lo que pasó en la Plaza Murillo, en el centro de La Paz, que es la capital de Bolivia, que a su vez está en el corazón de la América sureña. El día señalado, marcado ya en la historia, fue el martes 21 de octubre.

En realidad comenzó en la víspera, el lunes 20, y se extendió durante toda la noche y hasta las primeras horas de la tarde siguiente, exactamente a la hora 13:57 (en Uruguay son dos horas más), cuando el presidente Evo Morales, rodeado por una multitud que hacía ondear sus banderas multicolores, puso su rúbrica al pie de una ley que habilita la realización del referéndum dirimitorio (o consultivo) sobre la nueva Constitución Política del Estado a realizarse el próximo 25 de enero de 2009. Ese día se verificará otra cita del pueblo boliviano con la historia.

La multitud que rodeaba a Evo Morales se componía mayoritariamente de indígenas y campesinos, muchas mujeres entre ellos, de trabajadores, jóvenes, universitarios, gente de capas medias.

El presidente era uno más entre ellos. Pocas veces hemos visto semejante consustanciación de un pueblo con un gobernante, y recíprocamente.

La mayor parte había salido de Corocollo, en Oruro, una semana antes, el 13 de octubre. Habían recorrido a pie los más de 200 kilómetros, con calor abrasador durante el día y frío bajo cero por las noches, en que dormían “en el hotel de mil estrellas” sobre sus cabezas, al decir de Evo. A la columna central se fueron uniendo en los días siguientes, como afluentes que se vierten a un cauce poderoso, manifestaciones desde los cuatro puntos cardinales. Todos ellos convergieron en la enorme Plaza Murillo, que está limitada de un lado por el Palacio Quemado, sede del gobierno, y por el edificio del Congreso del otro.

Su objetivo era único y bien definido: lograr que el Congreso sancionara la ley que permitirá ejercer la voluntad ciudadana para definir la nueva Constitución.

Y lo lograron, después de una prolongada vigilia, en forma pacífica y democrática, oyendo el llamado reiterado de Evo a mantener la paciencia y la calma.

A esta altura puede afirmarse sin equívoco que su movilización conciente fue el factor decisivo que ofreció una salida a la crítica situación que venía atravesando el país del altiplano por obra de la oposición desaforada de los prefectos de la “media luna” principalmente, y también de la oposición política.

Una hora y media antes, aproximadamente, el Congreso -que había estado sesionando durante toda la noche, y en el cual se anotaron para hacer uso de la palabra unos 50 legisladores- había comenzado a aprobar los siete artículos de la ley.

Con ese material precioso en sus manos, el vicepresidente Álvaro García Linera (que había presidido la sesión en su carácter de presidente nato del Congreso) debió abrirse paso dificultosamente entre la multitud abigarrada para llegar hasta la pequeña tarima instalada en el centro de la Plaza, donde se fundió en un abrazo con el presidente Evo Morales y le hizo entrega del proyecto de ley para que lo promulgara.

En su alocución destacó el esfuerzo de los marchistas afirmó que ya Bolivia no será descuartizada, ni privatizada, ni entregada, que ya nadie más será discriminado, que el pueblo se ha ganado sus derechos luchando, que la Constitución se hizo desde abajo y ahora regresa a todos los bolivianos. Ésta es la Constitución de la igualdad, se crea un estado plurinacional, se reconoce diversas formas de trabajo y producción, diversas formas de propiedad, se otorga derechos a los niños y los ancianos como el Bono Dignidad o el Juanito Pinto. En síntesis le dice al presidente: Aquí está la ley de convocatoria, para que el pueblo decida con su voto si la acepta o no. Misión cumplida.

Evo Morales comienza por saludar a los delegados internacionales, como los de Unasur y de la OEA, que están en los balcones del Palacio Quemado y desempeñaron un papel muy positivo para abrir camino al diálogo entre el gobierno y los prefectos opositores.

En realidad la Unasur, que fue fundada en Brasilia el 23 de mayo pasado, tuvo su bautismo en la Cumbre celebrada en el mítico Palacio de La Moneda de Santiago de Chile el 15 de setiembre, en que se pronunció decididamente en defensa de la institucionalidad democrática y la integridad territorial de Bolivia e impulsó medidas concretas en esa dirección.

El presidente saluda el esfuerzo de los marchistas, que él acompañó en su tramo inicial y en los últimos 33 kilómetros, compartiendo luego con sus hermanos la prolongada vigilia. Dice que ése fue el factor determinante, que venció las resistencias y logró que el Congreso votara la ley.

Aquí entra en un contrapunto con la gente, que le grita: ¡Evo amigo, el pueblo está contigo! Cabe recordar que en la noche misma de su gran victoria en el referéndum revocatorio del 10 de agosto, en que fue confirmado por el 67,41% de los votos, Evo Morales reiteró un llamado al diálogo a los prefectos opositores, que no solamente fue rechazado, sino que éstos persistieron en acciones agresivas (ocupación de oficinas gubernamentales en los departamentos de la “media luna” y voladura de un gasoducto hacia Brasil) y llegaron incluso al crimen político, emboscando y causando decenas de muertos a una caravana de campesinos que se dirigía a Cobija, capital del departamento de Pando, por lo cual está siendo juzgado el prefecto Leopoldo Fernández, sindicado como el autor intelectual de la masacre.

Aún así, el gobierno insistió en el llamado al diálogo, que finalmente se concretó en Cochabamba, formándose mesas de trabajo que avanzaron en la formulación de acuerdos sobre el tema de las autonomías y el destino del impuesto directo a los hidrocarburos.

Pero llegado el momento de refrendar dichos acuerdos, los prefectos de Santa Cruz, Beni, Tarija y Chuquisaca se negaron, en actitud empecinada y provocativa.

En esas condiciones Evo Morales envió al Congreso el texto de los acuerdos a que se había arribado y que debían ser incorporados al texto de la Constitución aprobada en diciembre pasado en Oruro, instando al cuerpo legislativo a dictar la ley que convocara al referéndum para decidir su suerte.

Simultáneamente se inició la movilización en sentido coincidente organizada por la Coordinadora Nacional para el Cambio (Conacam), la central obrera boliviana (COB) y otras instituciones gremiales, cooperativas, etc., que se fueron plegando.

El resultado se vio el 21 de octubre. Evo explicó los temas más arduamente discutidos que fueron incorporados al texto constitucional, como el de las autonomías (relación entre las autonomías departamentales y las regionales e indígenas), el tema de la tierra y los límites del latifundio, y el de la reelección presidencial, ya que simultáneamente el Congreso acordó fijar elecciones de presidente y vicepresidente y de legisladores para el 6 de diciembre de 2009, recortando en un año y medio los actuales mandatos.

En conclusión llamó a desplegar una gran campaña para el voto por SI, que significará un a verdadera refundación de Bolivia.

La conclusión es que el pueblo boliviano dio una verdadera lección de democracia, viva, actuante y participativa, en la medida en que el propio pueblo toma en manos propias la construcción del destino colectivo.

El episodio muestra también que Bolivia se integra plenamente al cambio de época en América Latina, expresado en los gobiernos de las fuerzas de izquierda y progresistas y en su obra en favor de los sectores populares.

Desde nuestra última entrega en SE PUEDE se ha incorporado a esa corriente el Paraguay, ya que el 15 de agosto inició su gobierno Fernando Lugo, cortando un ciclo de dominio incompartido del Partido Colorado y abriendo una perspectiva de cambios sustanciales en la vida del sufrido pueblo guaraní.


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