sábado, 22 de noviembre de 2008

ARISMENDI Y EL NIÑO DE LA BAÑERA

Por Rafael Michelini |*|

Rodney Arismendi, utilizaba cada tanto una frase que, con el paso del tiempo, se convertiría en un clásico de la discusión política en la izquierda uruguaya. "Cuidado, que no se nos vaya el niño con el agua de la bañera". Los comunistas más veteranos, escucharon muchas veces esta frase y varios de ellos, en estos días, me la han repetido insistentemente. Y tienen razón. Cuando algún compañero hace una moña de más, jugando para la tribuna, se me viene a la mente la frase de Arismendi. Sobre todo, cuando con tantos amagues y pisaditas, se arriesga que la pelota no llegue al arco y nos quedemos sin gritar el gol de la victoria.

Arismendi, que entendía el cambio como un proceso de acumulación política y social, tenía la capacidad de analizar los fenómenos en perspectiva, contaba para ello con una aguda mirada de mediano y largo plazo. Si bien, muchísimas cosas cambiaron a partir de la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética, la matriz de unidad y de mirada en perspectiva, permaneció grabada en la reflexión de buena parte de los dirigentes comunistas de nuestro país.

El PIT­CNT, es también uno de los mejores ejemplos donde, más allá de la diversidad de sindicatos y de las particularidades de cada conflicto, cuando parece que la situación puede salirse de control, existen dirigentes experimentados que, con fraguado criterio, advierten a los más radicalizados acerca de los riesgos de las posturas extremas. Muchas veces, en el movimiento sindical, hemos visto a compañeros asumir luchas con fuerza y entrega admirables, pero invadidos por la ansiedad y el inmediatismo, pueden convertir cualquier conflicto en una batalla final. Así, no hay pasado ni hay futuro, sólo la lucha del presente y nada importa más que la victoria de ese día, aunque pueda convertirse en derrota al día siguiente. Es la famosa actitud del todo o nada.

Esa manera de pensar aún está presente en la izquierda uruguaya, en algunos puntos del arco de su pluralidad. Muchos pensamos en términos de acumulación política, con la flexibilidad que impone la diversidad y que exige el sentido de la unidad. Pero algunos siguen asumiendo cada lucha como la última y, en ella, juegan al todo o nada. Esa forma de concebir la política, la lucha y el conflicto, es anacrónica, inútil, ha sido superada por el propio desarrollo político y democrático de la izquierda uruguaya. Comenzó a superarla, el 5 de febrero de 1971, cuando se dio un paso gigantesco hacia el futuro, con la conformación y la propia fundación del Frente Amplio. Siguió afirmándolo, con aquel acto inmenso del 26 de marzo de ese año, que nos marcó para siempre. Pero en esa trayectoria existieron también duros traspiés. Uno de ellos en particular, una enorme equivocación, por su total falta de criterio y su profundo efecto dañino, quedaría traumáticamente expuesto, el 14 de abril de 1972. Fue una lección histórica para toda la izquierda, acerca de aquello que definitivamente representaba y representa un camino hacia ninguna parte. Recién después de la dictadura, la reflexión colectiva, años de prisión, persecución y exilio mediante, permitieron valorar el camino de la acumulación, la complejidad del proceso de construcción del cambio, el avance gradual, paso a paso, desterrando progresivamente la estrategia del "todo o nada".

Una estrategia equivocada, que allí donde se aplicó, su promesa culminó en derrota y sufrimiento. Los uruguayos lo vivimos. El dolor y el sufrimiento de todos, pero que en primer lugar, lo sabemos, lo padecieron los propios compañeros que creían en ese camino. El resultado significó también, la hegemonía política de la derecha por largo tiempo. El auge de la estrategia del "todo o nada", por momentos fue imparable, tuvo su década de ascenso e imposición. Había que tener valor y convicción para enfrentarla ideológica y políticamente en la izquierda. Para remar contra la corriente y no aplaudir el discurso de Fidel Castro, en la conferencia de la OLAS (Organización Latino Americana de Solidaridad), tal como lo hizo Arismendi, en La Habana, en 1967. El niño se iba por el desagüe junto con el agua de la bañera y en medio de la precipitación y la irreflexión, no se medían los riesgos y las consecuencias.

Para muchos aún cuesta y seguirá costando, reconocer esto como se debe. Pero para nuestros pueblos, para el desarrollo de la izquierda y para la construcción de una sociedad más libre e igualitaria, el efecto de aquella estrategia fue nefasto, fue un retroceso histórico y así hay que asumirlo. Revertirlo, reconstruir, convocar, desarrollar un nuevo proceso de acumulación y de cambio, costó muchísimo. Empezamos por generar el movimiento democrático que permitió derribar la dictadura y recuperar nuestras libertades. Había que reconstruir aquella democracia, antes despreciada y que sin embargo se transformaba en un objetivo fundamental para la vida de nuestra gente y para el desarrollo de nuestro proyecto político. Nos llevó muchos años y enorme esfuerzo. Hoy, son muchos los gobiernos de izquierda en Latinoamérica. Todos ellos, obtenidos a partir de procesos de acumulación política y electoral, en sus respectivos países.

Uruguay, junto con Chile y Brasil, llevan la delantera. Nuestra izquierda, nuestra fuerza política: el Frente Amplio, es un punto de referencia, porque a diferencia de otras fuerzas políticas de izquierda, no ha sido un movimiento organizado con vistas a ganar una elección, sino que tiene una historia de unidad y de acumulación política sumamente elaborada, una misión y un proyecto de cambio que requiere construir varios períodos de gobierno, para su desarrollo. La mayoría parlamentaria del Frente Amplio no es casualidad, al igual que el desarrollo de su estructura de sectores políticos y de comités de base en todo el país, conformando una organización política de sólida implantación en nuestra sociedad. Pero ese desarrollo, plantea como requisito básico, un criterio común, muy fuerte y activo: cuidemos todos, que en cada coyuntura, "no se nos vaya el niño con el agua de la bañera", independientemente del sector que cada uno integre.

El pasado fin de semana, el Congreso celebrado por la Vertiente Artiguista dejó un aporte relevante en esa dirección. Los compañeros proclamaron con fuerza, que el tema de la fórmula de candidatos del Frente Amplio, no puede resolverse en el Congreso del 13 y 14 de diciembre, a través de una votación que determine una mayoría exigua, un resultado en el que apenas se logren los dos tercios necesarios. No es admisible que se arribe a una decisión de tal importancia, fruto de una imposición a la minoría. ¿Por qué lo advierten así los compañeros de la Vertiente? Porque cualquiera que milita en el Frente Amplio sabe, que la imposición, las decisiones tomadas a empujones, son pan para hoy y hambre para mañana, solución para hoy y derrota para mañana. Así es como se retrocede y se desacumula rápidamente, aquello que costó muchísimo unir y sumar. Yo comparto plenamente esa posición, porque en definitiva, lo que está en riesgo es el triunfo del Frente Amplio.

Que a esta altura del partido, con tantas canas en el bigote, sigamos bailando en la cornisa, poniendo en riesgo lo acumulado y la propia victoria electoral, sin resolver nuestras candidaturas por el lugar que ocuparía tal o cual compañero, es realmente preocupante. Valdría la pena hacer el repaso de la historia reciente, para refrescar la memoria y reafirmar el camino, para que el niño siga creciendo y no corramos el riesgo tonto e inútil de que "se nos vaya con el agua de la bañera".

|*| Senador, Nuevo Espacio FA

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