martes, 30 de septiembre de 2008

UN MINISTRO BIEN PLANTADO...

Esteban Valenti.


Prefiero hablar de pecado que de pecadores, de virtudes que de virtuosos, pero como en todas las cosas de la vida siempre hay excepciones.

Todavía no se han apagado los fastos de la exposición rural que mostró en toda su dimensión el crecimiento espectacular de la producción ganadera y agro industrial del país y todavía resuenan ciertos discursos y se iniciaron los balances.

El campo es y seguirá siendo crucial para el Uruguay.

Para su economía, su sociedad y su identidad.

El campo uruguayo es uno de los sectores de crecimiento sostenido.

Este primer semestre del año creció un 7.9% aportando de manera significativa al crecimiento general del PBI del 13.1%. El más alto de América latina y uno de los más altos del mundo.


Estos resultados económicos globales en el Uruguay son absolutamente imposibles si un aporte fundamental del campo y de los agronegocios y, la producción agropecuaria nacional nunca lograría este nivel de crecimiento y de desarrollo sin una adecuada política económica global, aún con el más favorable contexto internacional. A los “contras” y a los “llorones” perpetuos les cuesta reconocerlo, pero el simple razonamiento tiene una lógica de acero. Inoxidable.

La izquierda uruguaya tiene un claro origen urbano, su evolución electoral y política lo confirma plenamente. Incluso su elaboración teórica, programática y política estuvo signada por ese sentido urbano y particularmente metropolitano. Mucho ha cambiado, en particular con este gobierno y este ministro de ganadería, agricultura y pesca.


Ernesto Agazzi en su discurso, en las respuestas que le dio a los periodistas al finalizar el acto de clausura de la rural, y en la entrevista en radio el Espectador y en 1410 AM Libre de la semana pasada demostró una visión concreta, pragmática y nacional de los problemas de su ministerio, pero además y sobre todo una visión del proyecto nacional en toda su perspectiva y a partir de un sector clave como el campo.


Fue un aporte no sólo en lo programático, en las prioridades de la agenda, sino en algo fundamental: en la forma de relacionar el Estado y este gobierno con los sectores del campo, descentralizando en serio.

A pesar de los grandes éxitos, de las múltiples acciones concretas en el mantenimiento del estatus de sanidad animal, de la atención a los problemas sectoriales no fue un discurso ni una posición de autocontemplación y sólo de exhibición de éxitos – al contrario- habló desde lo mucho que nos queda por hacer, y que podemos y debemos hacerlo entre todos.

Entre el Estado, los productores y toda la sociedad uruguaya.

En épocas de bonanza para algunos sectores, recordó a los productores ganaderos del centro del país que enfrentan situaciones difíciles.

Y esa mirada no es sólo desde la solidaridad o la sensibilidad social, sino desde un proyecto nacional que busca involucrar a todo el país, a todos sus sectores productivos.

Trató el tema de la legislación social para los peones rurales - un debe histórico de nuestra sociedad – con altura y con profundo sentido de Estado. Y con sensibilidad de izquierda. Factores que perfectamente se pueden y se deben combinar.

Cuando lo quisieron embretar en el discurso dominante en algunos ambientes sobre que esta es la continuidad de una política económica, fue terminante: basta con mirar los resultados en el campo para darse cuenta que no se trata de la misma política, que se hicieron cambios importantes.

Y además fue generoso. Defendió a todo el gobierno, a todos sus compañeros de esfuerzo y de construcción.

Cuando en otro de los “versos” que han instalado en la agenda política a prepo, la del excesivo gasto público, defendió con inteligencia y con fuerza a los “Gurkas” del ministerio de economía y finanzas, y la difícil tarea de asegurar el equilibrio fiscal y simultáneamente atender las prioridades sociales y económicas del desarrollo.

Y con sutileza señaló que muchos que piden ahorro en el gasto público, cuando les toca a ellos reclaman aumentar el gasto.

Hubo un momento de tensión cuando un grupo de manifestantes que se quedaron callados y juiciosos mientras hablaba el presidente de la Asociación Rural del Uruguay, les vino un ardor opositor en medio del discurso del ministro.

Lo resolvió con calidad y sobre todo no perdiendo nunca su posición de secretario de Estado, es decir de gobernante de todos los uruguayos.

No es uno de los ministros con más prensa, es notorio que se concentra en sus responsabilidades y en sus planes específicos. Y los resultados se ven. Hasta la oposición – no muy generosa por cierto – tuvo que reconocer los aciertos del ministro.

Todos esos discursos, declaraciones, entrevistas del ministro fueron muy buenas y son una demostración más de que tenemos un gran gobierno, pero lo más importante es que tenemos una excelente situación.

A pesar de que los agoreros vaticinaron antes de las elecciones que se vendrían todas las plagas y que hace años que vociferan desde la oposición sobre todas las tragedias que nos amenazan, seguimos progresando y seguimos reconociendo todo lo que nos falta.

A veces me viene la duda de si en realidad y con tal de recuperar el poder, de noche, en la soledad de su lecho algunos no sueñan de que todo se venga abajo lo antes posible. Debo ser un malpensado.

lunes, 29 de septiembre de 2008

POR QUÉ ASTORI-MUJICA?

Por Esteban Valenti (*)

Es una pregunta que muchos se formulan, que muchos tratamos de responderla desde la razón, la historia, el corazón, el estomago, las tripas, las encuestas y hasta desde las imágenes.

Voy con la rienda tensa, como refrenando el vuelo
porque no es lo importante
llegar solo y primero
sino todos juntos y a tiempo.
León Felipe


Yo voy escribir este artículo para tratar de responderme a mi mismo. Cada uruguayo, cada izquierdista y cada progresista hará su propio razonamiento.

Con ambos dirigentes tengo acuerdos fundamentales, son mis compañeros del Frente Amplio desde hace muchos años. Hemos compartido desde posiciones diferentes y situaciones diferentes el sueño, la tarea, el esfuerzo y las principales ideas para cambiar este país. No para cualquier lado, para hacerlo mejor, más justo, más grande y más libre.

Con ambos – como con muchos miles – hemos aprendido de victorias y sobre todo de derrotas. Hicimos a la distancia, campañas electorales juntos, cada uno aportando lo suyo al avance y la acumulación de la izquierda.

Con ambos he tenido discrepancias, discusiones implícitas o explicitas. Me he alegrado, enojado, renegado. Y aún en una actividad tan dura y despiadada como la política donde el objetivo principal es el poder, los aprecio y los quiero. Son de los míos. Y a mi eso me sigue importando mucho.

Antes pensaba que ser de los míos, era no discrepar, menos públicamente. Todos hicimos el maravilloso aprendizaje de convivir, debatir y opinar de cara a la gente en el Frente Amplio. Esa actitud de la izquierda uruguaya es mucho más que la “unidad” y no es una táctica, ni siquiera una estrategia, es su identidad.

Me olvidaba un detalle: desde afuera del gobierno compartí sus esfuerzos, sus enormes responsabilidades y se que a mi me ha tocado la parte menos pesada, más fácil de este periodo. Gobernar es duro, difícil, lleno de laberintos. Han formado parte del mejor gobierno que yo recuerde en mis 46 años de conocer el Uruguay. Y creo que el gobierno con los mejores resultados de muchas, muchas décadas a pesar de haber salido de la peor crisis nacional. No les envidio el viaje.

Me alegro profundamente, me enorgullezco de que las tres figuras nacionales en absoluto con más apoyo y prestigio político del país sean ellos dos y en primer lugar Tabaré Vázquez. Necesito decir estas cosas, para no ser mezquino, no hacer de esta respuesta una confabulación, una trama.

Después vienen las consideraciones generales: creo que el país y la izquierda se merecen cinco años más de buen gobierno, de cambios, de darle continuidad a la construcción del proyecto nacional. Se lo ganaron y se lo están ganando. Cuando reconstruían, cuando el viento vino de popa y ahora que sopla la tormenta a nivel mundial. Para nosotros las crisis no son una coartada, son una prueba más. Hemos pasado muchas. No es por lo que son los otros – nuestros adversarios -, por lo que no hicieron y por lo que hicieron mal, sino por lo que somos e hicimos nosotros que creo que hay que ganar las próximas elecciones. Y sobre todo por la mayoría de los uruguayos.

La fórmula Astori- Mujica es la mejor que puede ofrecer la izquierda, para ganar y para gobernar. ¿Eso quiere decir que estoy de acuerdo en todo, con todo? No. No le pasa a nadie. Se terminaron las unanimidades. ¡Eureka!

Decidir por una fórmula no es fácil. Tiene que ver con la posibilidad de ganar, pero sobre todo de gobernar, de expresar a la sociedad en su conjunto, de seguir cambiando. Tiene que ver con historias, con ideología, con trayectorias y con la experiencia de estos 42 meses de gobierno.

Lo he pensado mucho, no sólo ni principalmente en base a las encuestas, a los sectores del electorado que tenemos que conquistar o conservar para ganar en primera vuelta y poder asegurar un proyecto, sino en base a la continuidad de la acumulación de fuerzas, a factores políticos más amplios, a pruebas y necesidades de la economía política, de la sociedad uruguaya en su conjunto.

Con todos estos elementos creo que Astori es el mejor candidato que tiene la izquierda y el Frente Amplio para ser candidato y para ser presidente. Para expresar durante la campaña electoral y después – desde el gobierno - a la mayoría de la sociedad uruguaya. Ese es un objetivo central en la continuidad y sobre todo para ensanchar el bloque de los cambios. Y creo que necesitamos que se pongan de acuerdo con Mujica, porque esa posición de gran responsabilidad que les dio la ciudadanía, con su reconocimiento actual y su apoyo es un capital político para el país. Y no sólo para la izquierda.

La experiencia de estos 42 meses de gobierno es una buena referencia para las virtudes y también para los defectos de todos los gobernantes de izquierda. Nadie excluido. Uno de los cambios importantes que estaba implícito en nuestra propuesta era que se había terminado el tempo de los infalibles y de los gobernantes situados por encima de todos, elegidos por la providencia, y que miraran más hacia lo que falta que a lo que hemos conseguido. En ese sentido nos queda mucho por aprender.

Gobernar es decidir, es elegir las prioridades, es escoger a los colaboradores y es tener un rumbo claro de acuerdo a un programa, a un gran proyecto. También es ser capaz de corregir, de escuchar, de relacionarse y de tener la firmeza pero también la flexibilidad necesaria. Se pueden tener seis potentes marcha hacia delante, pero también hay que tener una buena marcha atrás.

Creo profundamente en la fórmula, no sólo por razones electorales. Sin la fórmula se hace mucho más difícil ganar y ganar en primera vuelta. Creo que Mujica es un dirigente fundamental del Frente Amplio en estos tiempos, su apoyo popular no se lo regaló nadie y es además un hombre con una particular virtud: sus adversarios lo escuchan, cuando habla paran la oreja, porque saben que aporta una mirada desde otra parte de la política y su conexión con la sociedad. Es un muy buen negociador. Creo que será un excelente vicepresidente que formará parte del equilibrio y de la visión completa de la izquierda. Y eso es muy positivo.

Algunos consideran que el balance del poder se puede lograr a través de una relación de control y dependencia del presidente con alguna instancia de la fuerza política. Eso es profundamente inconstitucional, y errado. El balance es entre los poderes y un poder legislativo fuerte – que no quiere decir paralizante – es una buena muestra de salud de la democracia y una garantía para todos.

Creo que la formula expresa balances más profundos y que la izquierda debe aprovechar. No me refiero a que ciertas características están referidas a uno de los candidatos y otras exclusivamente al otro. Eso es una simplificación.

El balance necesario entre los problemas urgentes, cotidianos y obligatorios de un gobierno y la necesidad de pensar en perspectiva, de diseñar y construir nuevos paradigmas, que no son sólo porcentajes y resultados. En la izquierda deberíamos aprender que cuando perdemos de vista la exigencia fundamental de imaginarnos y elaborar teórica y emocionalmente un mundo mejor, más justo perdemos nuestra razón de ser. Aunque seamos un buen gobierno y tengamos mucho poder.

Desde este pequeño país de la periferia del mundo, cuando arrecian las tormentas que derriban colosos financieros y nos espantan con cifras siderales los uruguayos no tenemos ninguna expectativa de quedar afuera del vendaval, como no quedamos excluidos del derrumbe del muro, pero podemos construir nuevos caminos, ayudar a que la izquierda en el mundo se repiense a si misma. El sistema capitalista mundial no lo hará, es imposible, porque nunca se preguntará si lo que es injusto y está terminando es su propia existencia. Como todos los imperios se cree eterno.


(*) Periodista. Coordinador de Bitácora. Uruguay.

PD. ésta nota fue escrita antes de los pronunciamientos de José Mujica del día miércoles 24 de setiembre (día de cierre de Bitácora). No cambié ni una coma. Y lo escribo porque quiero que en lo posible y frente a la enormidad de las decisiones que estamos adoptando, mi pequeña opinión quede por escrito.

viernes, 26 de septiembre de 2008

EL ESTADO DEJÓ DE SER EL PROBLEMA PARA VOLVER A SER LA SOLUCIÓN (Sucedió lo impensable)

Boaventura de Sousa Santos Carta Maior

Traducido por Antoni Jesús Aguiló y revisado por Àlex Tarradellas

La palabra no aparece en los medios de comunicación norteamericanos, aunque se trata de eso: nacionalización.
Ante las quiebras ocurridas, anunciadas o inminentes de importantes bancos de inversión, de las dos mayores sociedades hipotecarias del país [1] y de la mayor aseguradora del mundo [2], el Gobierno Federal de los Estados Unidos ha decidido asumir el control directo de una parte importante del sistema financiero.
La medida no es inédita, pues el Gobierno intervino en otros momentos de profunda crisis: en 1792 (en el mandato del primer presidente del país), en 1907 (en este caso, el papel central en la resolución de la crisis tocó al gran banco de entonces, J.P. Morgan, hoy Morgan Stanley, también en riesgo), en 1929 (la gran depresión que duró hasta la Segunda Guerra Mundial: en 1933, en la que 1000 norteamericanos al día perdían sus casas a favor de los bancos) y en 1985 (la crisis de las sociedades de ahorro).
Lo que es nuevo en la intervención en curso es su magnitud y el hecho de ocurrir al fin de treinta años de evangelización neoliberal conducida con mano de hierro a nivel global por los Estados Unidos y por las instituciones financieras por él controladas, el FMI y el Banco Mundial (BM): mercados libres y, por ser libres, eficientes; privatizaciones; desregulación; Estado fuera de la economía por ser inherentemente corrupto e ineficiente; eliminación de las restricciones a la acumulación de riqueza y la correspondiente producción de miseria social.

Fue con estas recetas que se «resolverían» las crisis financieras de América Latina y Asia y que se impusieron ajustes estructurales en decenas de países. Fue también con ellas que millones de personas fueron abocadas al desempleo, perdieron sus tierras o sus derechos laborales y tuvieron que emigrar.

A la luz de esto, ocurrió lo impensable: el Estado dejó de ser el problema para volver a ser la solución; cada país tiene el derecho de hacer prevalecer lo que entiende ser el interés nacional contra los dictámenes de la globalización; el mercado no es, de por sí, racional y eficiente, únicamente sabe racionalizar su irracionalidad e ineficiencia conforme éstas no alcancen el nivel de la autodestrucción; el capital siempre tiene el Estado a su disposición y, en consonancia con los ciclos, ora por la vía de la regulación, ora por la vía de la desregulación.

Esta no es la crisis final del capitalismo y, aunque lo fuese, tal vez la izquierda no sabría qué hacer con ella, dada su conversión generalizada al evangelio neoliberal. Mucho seguirá como antes: el espíritu individualista, egoísta y antisocial que anima el capitalismo; el hecho de que la factura de las crisis es siempre pagada por quien nada contribuyó a ellas, la aplastante mayoría de los ciudadanos, ya que es con su dinero que el Estado interviene y muchos pierden el empleo, la casa y la pensión.

Pero mucho más cambiará. Primero, el declive de los Estados Unidos como potencia mundial alcanza un nuevo rango.
Este país acaba de ser víctima de las armas de destrucción financiera masiva con las que agredió a tantos países en las últimas décadas y la decisión «soberana» de defenderse al final fue inducida por la presión de sus acreedores extranjeros (sobre todo chinos) que amenazaron con una fuga que sería devastadora para el actual american way of life.

En segundo lugar, el FMI y el BM dejarán de tener cualquier autoridad para imponer sus recetas, pues siempre usaron como medida una economía que ahora se revela fantasma. La hipocresía de los dobles criterios —unos válidos para los países del norte global y otros válidos para los países del sur global— queda expuesta con una crudeza chocante.
De aquí en adelante, la primacía del interés nacional puede dictar no sólo protección y regulación específicas, sino también tasas de interés subsidiadas para apoyar a industrias en peligro (como las que el Congreso de los Estados Unidos acaba de aprobar para el sector automovilístico).
No estamos ante una desglobalización, pero estamos ciertamente ante una nueva globalización posneoliberal internamente mucho más diversificada.
Emergen nuevos regionalismos, ya hoy presentes en África y en Asia, pero sobre todo importantes en América Latina, como el ahora consolidado con la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y del Banco del Sur.
A su vez, la Unión Europea, el regionalismo más avanzado, tendrá que cambiar el curso neoliberal de la actual Comisión bajo pena de correr el mismo destino que el de los Estados Unidos.

En tercer lugar, las políticas de privatización de la seguridad social quedan desacreditadas: es éticamente monstruoso que sea posible acumular lucros fabulosos con el dinero de millones de trabajadores humildes y abandonarlos a su suerte cuando la especulación falla.

En cuarto lugar, el Estado que regresa como solución es el mismo Estado que ha sido moral e institucionalmente destruido por el neoliberalismo, que ha hecho de todo para que su profecía se cumpliese: transformar al Estado en un antro de corrupción.
Esto significa que si el Estado no es reformado y democratizado en breve será, ahora sí, un problema sin solución.

En quinto y último lugar, las transformaciones en la globalización hegemónica van a provocar cambios en la globalización de los movimientos sociales que ciertamente se van a reflejar en el Foro Social Mundial: la nueva centralidad de las luchas nacionales y regionales; las relaciones con los Estados y partidos progresistas y las luchas por la refundación democrática del Estado; contradicciones entre clases nacionales y transnacionales y las políticas de alianzas.

[1] Freddie Mac y Fannie Mae.
[2] American International Group (AIG).
Fuente: http://www.ces.uc.pt/publicacoes/opiniao/bss/206.php
Artículo original publicado el 25 de septiembre de 2008.

Boaventura de Sousa Santos es sociólogo y profesor catedrático de la Facultad de Economía de la Universidad de Coimbra (Portugal).
Antoni Jesús Aguiló es colaborador de Rebelión y Tlaxcala. Àlex Tarradellas es miembro de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate.
Esta traducción se puede reproducir libremente, a condición de respetar su integridad y mencionar a sus autores y la fuente.

jueves, 25 de septiembre de 2008

CUARTA FLOTA, GARROTE NAVAL...

José Steinsleger. La Jornada


En julio pasado, la Cuarta Flota de Estados Unidos (una de las seis que el Pentágono agrupa bajo cuatro comandos navales) soltó amarras de su base de Mayport (Florida). Sus jefes son los almirantes Gary Roughead (Operaciones Navales de la Armada), Jim Stevenson (comandante de Marina del Comando Sur) y Joseph Kernan, jefe de la flota.

Roughead declaró que la Cuarta Flota “… estará lista en todo momento para todo desafío en la parte sur del hemisferio occidental”. Stevenson precisó que las naves “llegarán hasta el intrincado sistema de ríos de América del Sur, navegando en las ‘aguas marrones’ más que en las tradicionales ‘aguas azules’”.

Kernan (jefe de la Cuarta Flota) matizó las cosas diciendo que sus naves dirigirán las “acciones humanitarias y tareas de cooperación”, entrenando a “nuestros socios” en la navegación y el control de las aguas interiores “… aunque no vamos a ingresar en los ríos sin una autorización explícita y previa del país anfitrión”.

Es decir que con excepción de la tecnología, la geopolítica del Pentágono en nada difiere de la del almirante Alfred Thayer Mahan (1840-1914), relativo al dominio de los mares, cuando Washington ocupó Puerto Rico, Guantánamo y Filipinas, y a Cuba le reconoció la independencia a cambio de “intervenir cuando lo estimase necesario” (Enmienda Platt).

Posteriormente, las cañoneras de Washington tomaron el Canal de Panamá e invadieron Nicaragua, Haití y República Dominicana. Y en 1982, la armada imperial respaldó a los ingleses durante la guerra de Malvinas, ignorando su propia Doctrina Monroe (América para los americanos, 1823) y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR, 1947) que, supuestamente, nos defenderían de “intereses extracontinentales”.

La “inofensiva” Cuarta Flota navega liderada por el portaviones nuclear George Washington. Está equipada con submarinos, fragatas misilísticas, sistemas de defensa área, docenas de aviones bombardeos F-14, lanzadores de misiles como los que arrasaron Irak y Afganistán, y el grupo de comandos de elite SEAL (Sea, Air, Land), en los que el almirante Kernan tuvo destacada actuación en Vietnam, Camboya, Laos, Irak y Afganistán.

La Cuarta Flota cuenta con una base aérea en la ex colonia holandesa de Aruba (frente a Colombia y Venezuela), de donde partieron los helicópteros que en marzo pasado atacaron el campamento de las FARC, en territorio de Ecuador. Por lo demás, no hay de qué inquietarse. La Cuarta Flota dispone de un buque hospital de vanguardia “… en casos de desastre”.

El problema es que la Cuarta Flota requiere de “puertos amigables” en los ríos Orinoco, Amazonas y en la cuenca del Plata. O sea, territorios hidrográficos que, casualmente, pertenecen a estados soberanos como los que encabezan los presidentes Hugo Chávez, Lula da Silva y Cristina Fernández. A esto sumemos que en 2009 el Pentágono deberá desmantelar la base ecuatoriana de Manta (Pacífico ecuatoriano), donde el gobierno de Rafael Correa proyecta construir un gran complejo portuario con miras al intercambio comercial con Asia.

¿Qué justifica semejante despliegue de intimidación naval? ¿Existen en América Latina arsenales nucleares o “grupos terroristas” interesados en atacar a Estados Unidos? Por el contrario, lo que hay son instrumentos apolillados como el Tratado de Tlatelolco (México, 1967), que propone la desnuclearización del continente, y el de Montego Bay (Jamaica, 1982), que establece la Zona Económica Exclusiva a 200 millas náuticas. Acuerdos que Estados Unidos, a más de no haber suscrito, se pasa por el arco de triunfo.

Frente al agresivo despliegue naval del imperio, el gobierno de Chávez entendió que prevenir es curar. Así es que en noviembre próximo, Rusia y Venezuela participarán en maniobras navales en aguas del Caribe, ejercicios en los que estará presente el acorazado nuclear Pedro el Grande, buque insignia de la Armada rusa.

Para el almirante Eduard Baltin, ex comandante de la Flota rusa en el Mar Negro, las maniobras con Venezuela demuestran que Rusia está volviendo a un primer plano internacional con su poderío militar, “… recuperando las posiciones que perdió a finales del siglo pasado”.

Baltin aclaró que las maniobras no están relacionadas con la situación en el Cáucaso, donde los buques de la Cuarta Flota estadunidense llevaron “ayuda humanitaria” a Georgia, algo más lejos que Nueva Orleáns, ciudad totalmente librada a su suerte cuando el huracán Katrina arrasó hasta su último ladrillo.

Stevenson observa que la Cuarta Flota lo es en términos de “organización preventiva”, enviando “la señal correcta incluso a aquellos que no son nuestros mayores partidarios”. Y con el inigualable humor negro de los yanquis, puso el ejemplo de que la Cuarta Flota pudiera ser llamada a tomar acciones si “… el pueblo cubano decidiese rechazar el liderazgo de Raúl Castro y decide fugarse en masa” (sic).

“Si no tenemos la capacidad de rescatar a esa gente, tendremos un nuevo desastre en las manos… Cientos de miles de personas morirán en ultramar”, manifestó el angustiado almirante.

sábado, 20 de septiembre de 2008

SI QUIEREN CRECER, GIREN A LA IZQUIERDA.

Joseph E. Stiglitz en El País (de Madrid) “Negocios”, 07/09/08

Tanto la izquierda como la derecha de Estados Unidos afirman que defienden el crecimiento económico. Por lo tanto, ¿deberían los votantes que intentan decidirse por una de las dos opciones tomárselo como una cuestión de elegir entre dos equipos alternativos de gestión?

¡Ojalá fuese así de sencillo! La suerte forma parte del problema. Durante la década de los noventa, la economía estadounidense se vio bendecida por unos precios bajos de la energía, un ritmo elevado de innovación, y una China que ofrecía productos cada vez mejores y a menor precio, una combinación que tuvo como resultado un crecimiento alto y una inflación baja.

El presidente Clinton y el entonces presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, no tuvieron mucha mano en esto, aunque, por supuesto, una mala política podría haberlo estropeado todo. Sin embargo, los problemas a los que nos enfrentamos actualmente -unos precios de la energía y los alimentos por las nubes y un sistema financiero en ruinas- sí han sido, en gran parte, consecuencia de una mala política.

En efecto, existen diferencias importantes entre las estrategias de crecimiento, y es muy probable que lleven a resultados distintos. La primera diferencia reside en el concepto mismo de crecimiento. El crecimiento no es un simple aumento del PIB. Debe ser sostenible: el crecimiento basado en la degradación del medio ambiente, en los empachos de consumo financiados por la deuda, o en la explotación de recursos naturales escasos, sin que haya una reinversión de los beneficios, no es sostenible.

El crecimiento también tiene que ser inclusivo: debe verse beneficiada al menos una mayoría de los ciudadanos. Las economías de goteo no funcionan: de hecho, un incremento del PIB puede incluso empeorar la situación de la mayoría de los ciudadanos. El crecimiento estadounidense de los últimos tiempos no ha sido ni económicamente sostenible ni inclusivo. La mayoría de los estadounidenses están peor ahora que hace siete años.

Pero no hay por qué elegir entre crecimiento y desigualdad. Los gobiernos pueden potenciar el crecimiento aumentando la integración. La mayor riqueza de un país es su población. Por eso es fundamental asegurarse de que todo el mundo pueda alcanzar su potencial, para lo cual es necesario que todos tengan oportunidades para recibir una educación.

Una economía moderna también requiere que se asuman riesgos. Los individuos están más dispuestos a arriesgarse cuando existe una buena red de seguridad. En caso contrario, puede que los ciudadanos exijan protección frente a la competencia extranjera. La protección social es mucho más eficiente que el proteccionismo.

La incapacidad para fomentar la solidaridad social puede tener también otros costes, como el gasto social y económico que requieren la protección de la propiedad y la encarcelación de criminales, que no es nada desdeñable. Se calcula que en unos años en Estados Unidos habrá más trabajadores en el sector de la seguridad que en el de la educación. Un año en la cárcel puede costar más que un año en Harvard. El coste que conlleva encarcelar a dos millones de estadounidenses (una de las tasas per cápita más altas del mundo) debería restarse del PIB, pero a pesar de ello se añade.

Una segunda diferencia importante entre la izquierda y la derecha es el papel que desempeña el Estado en el fomento del desarrollo. La izquierda comprende que el Gobierno tiene una función vital en las infraestructuras y la educación, en el desarrollo tecnológico, e incluso como empresario. El Gobierno estableció las bases de Internet y de las revoluciones modernas de la biotecnología. Durante el siglo XIX, la investigación llevada a cabo en las universidades estadounidenses con dinero público creó la base para la revolución agraria. Gracias al Gobierno, estos avances llegaron a millones de agricultores estadounidenses. Los préstamos para pequeñas empresas han sido cruciales en la creación no sólo de nuevas empresas, sino también de nuevos sectores.

La última diferencia puede parecer un tanto extraña: la izquierda ahora comprende los mercados, y el papel que pueden y deben tener en la economía. La derecha, especialmente en Estados Unidos, no. La Nueva Derecha, representada por la Administración de Bush y Cheney, no es más que el viejo corporativismo con un traje nuevo.

No son libertarios. Creen en un Estado fuerte, con importantes poderes ejecutivos, pero utilizados en la defensa de intereses establecidos, sin prestar demasiada atención a los principios del mercado. La lista de ejemplos es larga, pero incluye subsidios a grandes empresas agrícolas, aranceles para proteger el sector del acero y, más recientemente, los megarrescates de Bear Stearns, Fannie Mae y Freddie Mac. Pero la falta de coherencia entre la teoría y la práctica viene de lejos: el proteccionismo aumentó con Reagan, entre otras cosas, mediante la imposición de limitaciones supuestamente voluntarias a la exportación de automóviles japoneses.

La nueva izquierda, en cambio, intenta que los mercados funcionen. Los mercados sin trabas no funcionan bien por sí solos, una conclusión que se ve confirmada por el actual desastre financiero. Los defensores de los mercados a veces admiten que efectivamente fallan, incluso desastrosamente, pero afirman que los mercados se “autocorrigen”. Durante la Gran Depresión, se oían argumentos similares: el Gobierno no tenía por qué intervenir, puesto que, a la larga, los mercados harían que la economía volviese al pleno empleo. Pero como bien dijo John Maynard Keynes, a la larga todos estamos muertos.

En un marco de tiempo relevante, los mercados no se autocorrigen. Ningún gobierno puede permanecer de brazos cruzados mientras un país entra en recesión o en una depresión, ni siquiera cuando han sido causadas por la avaricia de los banqueros o por los errores en la evaluación de riesgos que cometen los mercados de valores y las agencias de rating. Pero si los gobiernos van a pagar la factura sanitaria de la economía, deben tomar medidas para que sea menos probable que se necesite ingresar en el hospital. La cantinela de la derecha sobre la liberalización resultó estar equivocada, y ahora estamos pagando el precio. Y el total de la factura, en lo que se refiere a producción perdida, será alto, posiblemente superior al billón de euros sólo en Estados Unidos.

La derecha a menudo atribuye sus orígenes intelectuales a Adam Smith, pero aunque Smith reconocía el poder de los mercados, también admitía sus límites. Incluso en su época, las empresas habían descubierto que podían aumentar sus beneficios con mayor facilidad conspirando para incrementar los precios que creando productos innovadores de manera más eficiente. Hacen falta unas leyes antimonopolio fuertes.

Organizar una fiesta es fácil. En un primer momento, todo el mundo puede sentirse a gusto. Fomentar el crecimiento sostenible resulta mucho más complicado. Hoy en día, la izquierda, a diferencia de la derecha, tiene un programa coherente, que ofrece no sólo un mayor crecimiento, sino también justicia social. Para el electorado, la decisión debería ser sencilla.

Joseph E. Stiglitz es catedrático de la Universidad de Columbia. Recibió el Premio Nobel de Economía en 2001.

© Project Syndicate, 2008

miércoles, 17 de septiembre de 2008

LA ENCRUCIJADA DE AMÉRICA LATINA

Niko Schvarz

América Latina vive una coyuntura peculiar. Desde comienzos del nuevo siglo y milenio se ha producido un aluvión de grandes acontecimientos, que en conjunto han llegado a configurar un cambio de época en el continente por el acceso de la izquierda, de un vasto abanico de fuerzas avanzadas y progresistas, a los respectivos gobiernos.
Es un momento augural y preñado de la perspectiva de nuevos avances, el más significativo desde que la revolución cubana abriera un nuevo período histórico en el continente y planteara la construcción del socialismo como una posibilidad real que otros pueblos podrán alcanzar con su lucha y su unidad.
En este camino se han producido en el último período nuevos aportes, como el triunfo electoral del PLD en la República Dominicana y el acceso de Fernando Lugo a la presidencia de Paraguay, quebrando más de 60 años de hegemonía incompartida del Partido Colorado.
Pero éste a la vez, es el momento en que las antiguas clases dominantes y el imperio que las sustenta aspiran a revertir la situación, impedir que se consolide y retornar al “ancien régime”. Creen llegado el tiempo de la contraofensiva restauradora.
Y por tanto sonó la hora de cerrar filas para detener el retroceso (equiparable a que en Uruguay retornaran los Sanguinetti, Lacalle y Jorge Batlle para cerrar el paso a un segundo gobierno del Frente Amplio) y afianzar a los gobiernos de las fuerzas de izquierda, los lazos de unión, solidaridad y colaboración entre ellos y los procesos de integración de América Latina, asentada quizá en su primera etapa en América del Sur como pilar fundamental.

América Latina es hoy el escenario de la lucha entre estas dos tendencias contrapuestas.

DE NORTE A SUR

En el último período se ha generado una creciente fraternidad y un acercamiento entre los gobiernos progresistas, los movimientos sociales y los pueblos de nuestros países, y una tendencia general favorable a la unión de América Latina como un todo único en una integración continental y también en formas diversas de unión regional.
Estas influencias recíprocas, contactos benéficos y creación de un clima general favorable a los cambios se han expresado en las victorias en elecciones sucesivas, incluso en el plano regional y local, y en el estrechamiento de vínculos en diferentes aspectos entre los gobernantes de nuestros países, antes aislados y separados, incluso en sus infraestructuras (que ahora se trata de mejorar sustancialmente).
Ha habido cierto factor de arrastre, incluso de contagio en el buen sentido del término, de un país a otro. Estos factores positivos están llamados a prevalecer sobre diferendos ocasionales, contradicciones irresueltas de largo tiempo atrás, desenfoques en problemas bilaterales e incluso discordancias en actuaciones en organismos multilaterales.

En el terreno de la integración continental, la creación de la UNASUR (Unión de Naciones Sudamericanas) representa un cambio cualitativo.
La piedra fundamental se colocó en mayo 2008 en Brasilia con participación de los presidentes de todos los países de América del Sur, incluidos Guyana y Surinam.
Esta propuesta permite tratar el tema de la integración en un plano superior, así como la necesaria coordinación y convergencia de sus diversos instrumentos regionales.
A fin de este año se llegará a una consolidación de sus estructuras básicas.
A ella se asocia otra iniciativa trascendente y absolutamente novedosa: la creación de un Consejo Sudamericano de Defensa que, a diferencia de todas las estructuras anteriores en esta esfera, deja totalmente afuera a Estados Unidos.
También se han dado ya los primeros pasos en la puesta en marcha de un Banco del Sur.

En una nota anterior mencionamos la resolución sobre estos temas adoptada por el XIV Encuentro del Foro de Sâo Paulo efectuado en mayo pasado en Montevideo, que dice así: “Saludamos y apoyamos firmemente la creación de la UNASUR como eje de una futura unidad política de los países y pueblos de América del Sur, y la propuesta de la creación de un Consejo Sudamericano de Defensa. Su fortalecimiento permitirá avanzar en la creación de una organización permanente integrada únicamente por los países de América Latina y el Caribe, sin exclusiones”.

DOS COMPARACIONES

Esta nueva realidad de América Latina se advierte con mayor precisión si se compara con el panorama prevaleciente en las décadas de los 70 y los 80, signadas por una sucesión de dictaduras militares promovidas por sucesivos gobiernos de los Estados Unidos, y con el período siguiente, caracterizado por el dominio incompartido de las doctrinas y las prácticas del neoliberalismo y el “`pensamiento único”.

Existe por otra parte un vívido contraste entre la nueva realidad política de América Latina y la de Europa. De los 27 países que han pasado a integrar actualmente la Unión Europea, 21 tienen gobiernos de derecha e incluso de ultraderecha, con un fuerte componente xenófobo y racista, como se advierte en la nueva ley de inmigración que constituye una agresión incalificable contra nuestros pueblos (y también los de otros continentes, en particular los africanos).

EL PASADO QUE VUELVE O EL PELIGRO DE LA RESTAURACIÓN

Ante este panorama que se ha venido consolidando en la última década (si contamos a partir de la elección de 1998 que llevó a Chávez por primera vez a la presidencia, seguida por la elección de elección y reelección de Lula), vemos desplegarse un intento de contraofensiva por parte de las antiguas clases dominantes que se proponen definidamente reconquistar el gobierno de sus países, y por el gobierno de Bush en sus postrimerías.
Ésta se expresa en el intento de transplantar a nuestro continente una política de militarización y guerra preventiva, que se basa en el Plan Colombia y otros similares y complementarios (Iniciativa Mérida, plan Balboa), en la extensión de las bases militares, en la resurrección de la IV Flota que, por más que se empeñen en disimularlo el jefe del Comando Sur, almirante James Stavridis, y el subsecretario para Asuntos Hemisféricos, Thomas Shannon, es un instrumento del intervencionismo que los latinoamericanos conocemos desde el siglo XIX.

Colombia es utilizada como cabecera de puente de esta política belicista. Lo prueba la cruenta invasión a territorio ecuatoriano el 1º de marzo 2008 y la pérfida violación de las convenciones internacionales en los posteriores operativos de rescate.
Es éste el principal factor de riesgo para la estabilidad y la paz en la región, lo que sitúa en primer lugar la necesidad de bregar por el acuerdo humanitario hacia la paz en Colombia como primordial obligación solidaria de nuestros pueblos.
Ya mencionamos los términos de la Declaración final del XIV Encuentro del FSP a este respecto: “Cerraremos filas para impedir que el concepto de guerra preventiva que ha bañado de sangre y destrucción a otros pueblos y zonas del mundo se instale en nuestro continente”.

El otro gran tema, que se ha exacerbado, es el gravísimo riesgo de la secesión en Bolivia, de la pérdida de la unidad territorial por obra de la oligarquía de un conjunto de departamentos de la “media luna” que en formas ilegal promovieron los llamados “referendos autonómicos”, dotados de un exacerbado componente racista (lo que Emir Sader denominó el “racismo separatista”), que se expresó en acciones vandálicas de grupos de choque al estilo fascista contra los indígenas y campesinos en Sucre, Santa Cruz y otras localidades.
El objetivo es separar esos departamentos del poder central, dotar a sus prefectos de plenos poderes usurpando las atribuciones del Poder Ejecutivo que los bolivianos pusieron en manos de Evo Morales en diciembre 2005 con 1:544.374 votos, el 53,74% del total.
El gobierno respondió convocando los referendos del 10 de agosto, que se realizan derrotando todas las maniobras urdidas con el objetivo de suspenderlos por parte de los prefectos secesionistas.
Escribimos estas líneas unos días antes de su realización, y prevemos que las posiciones del gobierno de Evo Morales se verán reforzadas, y la posibilidad de que algunos de los prefectos opositores sean revocados.
Ello es así, a pesar de que a última hora la Corte Nacional Electoral (CNE) varió las reglas del juego a favor de los prefectos, aumentando el porcentaje de votos requeridos para su destitución. En este último caso, a pesar de que el presidente tiene la facultad constitucional de designar a los reemplazantes, Evo Morales anunció que promoverá una nueva elección.
Para que el pueblo, una vez más, decida con su voto. Después llegará el turno de someter a plebiscito popular la nueva Constitución Política del Estado, aprobada en diciembre pasado por la Asamblea Constituyente con los votos en contra de la oposición, que también se niega a que sea sometida a plebiscito popular.

Estos propósitos secesionistas (o divisionistas, que pretenden la balcanización del país) no son exclusivos de la oligarquía boliviana, sino que se verifican asimismo en la región de Guayaquil en Ecuador y en el estado petrolero de Zulia en Venezuela.

LA IV FLOTA DE INTERVENCIÓN

Los legisladores del Parlamento del Mercosur aprobaron el martes 29 de julio en Montevideo una declaración de rechazo a la presencia de la IV Flota de Estados Unidos en aguas de Sudamérica, al tiempo de subrayar que la región es pacífica y democrática y resuelve sus conflictos “de forma negociada” y en base al “principio de no intervención”.
La declaración conjunta destaca que la presencia de este contingente militar estadounidense implica “la militarización de conflictos y problemas regionales”, así como puede derivar en “un inseguridad hemisférica y comprometer la integración de América del Sur y del propio Mercosur”.
El Parlasur está compuesto por 18 parlamentarios de los países miembros (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), más Venezuela, cuyo proceso de admisión plena está pendiente de la ratificación de los parlamentos de Brasil y Paraguay, lo que por otra parte fue reclamado en la propia reunión.
En el debate se sostuvo que la reactivación de la IV Flota es absolutamente innecesaria e inoportuna en las actuales circunstancias mundiales y regionales, y se señaló la coincidencia de que la misma se produzca cuando se anuncia el descubrimiento de reservas sustanciales de petróleo y gas en las plataformas continentales de Brasil y de Uruguay.

La IV Flota, que reanudó sus actividades el pasado 1º de julio, tiene su base en Mayport, Florida, y su jefe es el vicealmirante Joseph D. Kerman, con amplia trayectoria en grupos de operaciones especiales de la marina de guerra.
Fue creada en plena II Guerra Mundial (1943) para proteger las aguas continentales de los ataques de los submarinos nazis, que lograron hundir varios buques y transportes petroleros y torpedearon en febrero de 1942 al buque de bandera brasileña “Buarque” en el puerto de La Guaira.
Un lustro después del fin de la guerra, en 1950, fue desmantelada y sus unidades pasaron a otros destinos. Se reactiva justamente ahora, 58 años después, y no por azar, en una situación de tenso enfrentamiento de la potencia imperial con Venezuela y con Cuba, en otro plano con Ecuador y con Bolivia, y cuando está agudamente en tela de juicio su política respecto al continente en su conjunto.

Fidel Castro la bautizó como “la IV Flota de intervención”, “una fuerza intervencionista y amenazante”, y señaló que “los portaaviones y las bombas nucleares con que amenaza a nuestros países sirven para sembrar el terror y la muerte pero no para combatir el terrorismo y las actividades ilícitas”, que son los pretextos invocados, como siempre.
Esta IV Flota rediviva va a operar en conexión con el Comando Sur, que agrupa al conjunto de las fuerzas armadas de EEUU destinadas a América Latina y el Caribe.
Se ha señalado la participación directa de dicho Comando Sur, con toda la tecnología de punta disponible, en la invasión del territorio ecuatoriano por parte de tropas colombianas el 1º de marzo y la masacre consiguiente.
Los hechos se inscriben en la exacerbada política belicista del presidente Bush sobre el final de su mandato, causa principal de que su nivel de aceptación esté a nivel de sótano.
Tampoco olvidamos las más recientes intervenciones militares de los “marines”: en la República Dominicana en abril 1965, en la isla de Granada en 1983, en Panamá en diciembre 1989, con las masacres en Los Chorrillos cuyas huellas todavía persisten.

EL “GO HOME” DE MANTA

Esto nos conduce al tema de la base de Manta. El gobierno de Ecuador notificó al de EEUU que en noviembre de 2009 no debe quedar ningún soldado norteamericano en dicha base militar, que le fue concedida por el gobierno de Jamil Mahuad (el mismo que dolarizó la economía) en noviembre de 1999, con un máximo de 475 militares.

El retorno de esta base a la soberanía ecuatoriana fue un aspecto central de la campaña electoral que llevó a Rafael Correa a la presidencia, y en la nueva Constitución emanada de la Asamblea Constituyente se estampa con todas las letras (artículo 5) que Ecuador es un territorio de paz, que no permitirá la instalación de bases militares extranjeras, ni su uso, en una clara reafirmación de la soberanía nacional. La Constitución será sometida a plebiscito popular el 28 de setiembre.
También en este caso el gobierno de Estados Unidos alegaba que la base estaba destinada a la lucha contra el tráfico de drogas, aunque en realidad se utilizó para intervenir en el conflicto interno en Colombia.
Los aviones que desde allí despegaban sobrevolaban Ecuador e ingresaban a territorio colombiano, participando en acciones militares y actividades de inteligencia contra las FARC.
A tal punto que los aparatos que perpetraron la masacre del 1º de marzo en territorio ecuatoriano salieron de Manta y, cumplida la misión, regresaron a ella. Por otra parte, en relación al narcotráfico, el ministro ecuatoriano de Seguridad Interior y Exterior, Gustavo Larrea, sostuvo que los éxitos logrados en ese campo son en absoluto independientes de las actividades de la base; y además, las operaciones de la base en ese aspecto fueron delegadas a la empresa Dyncorp, una de las firmas que contrata mercenarios y que en este caso también estaba encargada de las fumigaciones con glifosato, que significan la muerte de los cultivos, en la frontera colombo-ecuatoriana.

En el contexto latinoamericano, EEUU intentará compensar la pérdida de la base de Manta presionando a otros gobiernos y en primer lugar al de Colombia, su principal aliado en la región, donde ya tiene montadas las bases de Tres Esquinas y Larandia en Caquetá y de Arauca en Meta. Detenta bases en otros países, sin olvidar al centro de torturas de Guantánamo, ese puñal clavado en el costado de Cuba.

UN SÍMBOLO DE AMÉRICA LATINA

Por eso mismo, su expulsión de la base de Manta es un hecho relevante y de afirmación soberana de los países del continente.
Máxime porque antes EEUU debió abandonar las bases militares del Canal de Panamá y que la lucha del pueblo puertorriqueño los sacó de la base de Vieques.

Estos hechos en su conjunto son un símbolo de la nueva América Latina.

(Nota de Redacción): El colaborador en Internacionales, Niko, la escribió hace casi un mes, el mundo con su dinámica cambia mucho. Nos atrasamos en la salida, pero igual tiene plena vigencia.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

CIUDADANÍA Y CAPITALISMO...SANTIAGO ALBA RICO

...En 1765, en el artículo correspondiente de la Enciclopedia, bisagra intelectual entre dos regímenes y dos épocas, el ilustrado Diderot aclaraba que “el nombre de ciudadano no es adecuado para quienes viven sojuzgados ni para quienes viven aislados; de donde se deduce que los que viven completamente en estado de naturaleza, como los soberanos, y los que han renunciado definitivamente a este estado, como los esclavos, no pueden ser considerados nunca como ciudadanos”.

Y esto precisamente -añade el filósofo francés- porque lo que distingue al “ciudadano” del “súbdito”es que “el primero es un hombre público y el segundo es un simple particular”. En el orden privado, entre particulares , la relación es siempre de “subditaje” mientras que el acceso a la ciudadanía es inseparable de la “civilización” de los humanos, entendiendo el término “civilización” en el mismo sentido que Antoni Domènech, no como opuesto a “barbarie” sino a “domesticación”.

Lo contrario de un hombre público, de un “ciudadano” o “civilizado”, es un “doméstico” o “domesticado”. Allí donde el soberano es el rey, todas las relaciones son relaciones privadas; cada miembro de la sociedad se sujeta individualmente a la voluntad del monarca, a partir de cuyo arbitrio el país entero deviene una gran familia; es decir -en su sentido original- un conjunto de fámulos , “domésticos”, “servidores”, “criados”.

Allí donde, como en la antigua Grecia, la ciudadanía es limitada a los varones libres, los lugares que quedan fuera del espacio público, como recintos puramente privados, son el gineceo y la ergástula, donde la mujer y el esclavo subvienen a la pura reproducción de la vida en su calidad de particulares aislados y sometidos. Lo que en todo caso comprendieron bien los griegos, como también lo comprendieron los revolucionarios jacobinos, es que el proceso de “civilización” es en realidad la lucha contra la “domesticidad” de las dependencias particulares y que el acceso al espacio público no es el resultado de la adquisición de “valores” éticos o culturales (que los esclavos y las mujeres, en la antigua Grecia, compartían con los ciudadanos libres) sino de la adquisición de recursos materiales.

Por contraste con los “individuos”, que dependían casi biológicamente del marido o del amo para sobrevivir, la condición de la ciudadanía (a partir, al menos, de Clístenes) fue siempre la autarquía económica: los derechos civiles y políticos se desprendían naturalmente de la propiedad sobre los medios de producción (en este caso la tierra).

Para salir del ámbito doméstico de las relaciones particulares -la casa y la ergástula, la familia y la fábrica- es necesario ser “dueño de uno mismo” y esto, paradójicamente, implica sustraerse al orden de los intercambios individuales -propios de la esclavitud y el patriarcado, regímenes de aislamiento y sumisión- para participar de la riqueza pública y general. Por eso es posible concebir el estatuto de ciudadanía sin verdadera democracia, como en la antigua polis ateniense o en las sociedades liberales censitarias; y por eso, a la inversa, la democracia sólo puede establecerse a partir de la generalización de las condiciones materiales de la ciudadanía. Podemos imaginar perfectamente un régimen social en el que los esclavos escogieran mediante votación a sus amos o las mujeres eligieran a sus violadores domésticos y en el que, sin salir nunca de casa , sin que sus acciones fuesen jamás políticas ni adquirir jamás la dignidad ciudadana, esclavos y mujeres reprodujesen voluntariamente una relación de “subditaje”.

El ser humano deja de ser “súbdito” para convertirse en “ciudadano” a través, no del derecho al voto o del adoctrinamiento “humanitario”, sino del disfrute rutinario de ciertas garantías materiales: alimentación, vivienda, salud, instrucción y -claúsula de todas ellas- propiedad sobre los medios de producción (sobre eso que en otras ocasiones he llamado “bienes colectivos” para distinguirlos de los “universales” -el arte o la Tierra misma- y los “generales” -el pan o la ropa).

Sólo una alucinación ideológica ha podido convencernos de que el capitalismo es la vía natural, y la única posible, a la ciudadanía general. Precisamente el mercado capitalista se concibe a sí mismo como una suma de intercambios aislados y particulares, las dos características que Diderot atribuía a la relación de “subditaje”, y sólo es capaz de aprehender a los hombres, por tanto, en su condición de aislamiento y particularidad.

El mercado únicamente reconoce “simples hombres privados”, en permanente estado de naturaleza, que establecen relaciones particulares -sin embargo- en un medio social histórica y estructuralmente construido a partir del despojamiento desigual. Estos sujetos ficticios son formalmente dueños de sí mismos allí donde de hecho sólo pueden “contratar” su redomesticación; allí donde sólo entran precisamente después de renunciar a la ciudadanía misma y para negociar su condición de súbditos mediante un contrato privado.

El mercado, como la monarquía, generaliza el orden doméstico, el orden de los domesticados, la extensión y hegemonía de los vínculos familiares sin necesidad de una legitimación exterior sobrenatural o mitológica: precisamente ese régimen imaginario en el que los esclavos eligen a sus amos y las mujeres a sus violadores. En este contexto, la ciudadanía o “politeia” se convierte en una combinación de “politesse” y “policía”; es decir, en un régimen de domesticación en el que los ricos, alternativa o simultáneamente, educan y reprimen a los pobres.

En cuanto al ámbito público, también ha sido completamente despolitizado o domesticado, identificado con la exhibición en televisión del gineceo y la ergástula: lo que -fraudulenta inversión- llamamos “publicidad” para designar la invasión totalizadora del espacio común por parte de los intereses y los deseos privados.

Tras derrotar al jacobinismo republicano, el capitalismo hizo lo mismo que la Roma imperial y por motivos parecidos: urgida por su propio crecimiento y por la presión popular, extendió la ciudadanía formal al mismo tiempo que despojaba ininterrumpidamente a los humanos de sus condiciones materiales de existencia. Se ajustó así el concepto de ciudadanía al nuevo instrumento de gestión de la vida económica: el Estado-Nación. Como recuerda el jurista italiano Danilo Zolo en un libro de título elocuente ( De ciudadanos a súbditos ), el término “ciudadano” dejó de oponerse a “súbdito” para oponerse sencillamente a “extranjero”.

Uno ya no es un “civilizado” universal, depositario de derechos materiales de los que se desprende naturalmente el ejercicio de derechos civiles y políticos, sino un “ciudadano español” o un “ciudadano francés”, cuyos derechos aleatorios están sujetos al intercambio desigual de la economía global capitalista y se definen contra los derechos del “ciudadano senegalés” o el “ciudadano boliviano”.

En un contexto de soberanía desigual, en el que la “españolidad” -por ejemplo- deriva sus relativas ventajas cívico-políticas (incluida la de viajar libremente por el Tercer Mundo) de su agresividad neocolonial, basta poner, uno al lado del otro, al turista y al inmigrante para calibrar toda la inconsistencia e injusticia de la “ciudadanía nacional”.

El inmigrante, en efecto, es el no-ciudadano por excelencia, no sólo el doméstico voluntario sino el “bárbaro” irrecuperable; no ya el súbdito familiar sino el in-humano extraño e inasimilable. Bajo el capitalismo, nuestras ciudades están habitadas por seres humanos doblemente “incivilizados”: los “domésticos” nacionales, que negocian en privado su derecho a la existencia como súbditos precarios, y los “bárbaros” extranjeros, individuos puros que entran en el mercado sin posibilidad de negociación, privados al mismo tiempo de nacionalidad y de palabra.

El retroceso creciente de las libertades formales se inscribe en el marco muy funcional de una guerra entre “domesticados” y “bárbaros”; es decir de una guerra cada vez más agresiva, no por la ciudadanía, sino entre no-ciudadanos.

La ciudadanía no se adquiere en la escuela ni leyendo la Constitución ni votando cada cuatro años a un nuevo amo o a un nuevo violador.

No se puede educar para la ciudadanía como no se puede educar para la respiración o para la circulación de la sangre. Al contrario, la ciudadanía misma es la condición de todo proceso educativo como la respiración y la circulación de la sangre son las condiciones de toda vida humana.

A la escuela deben llegar ciudadanos ya hechos y la escuela debe educarlos para la filosofía, para la ciencia, para la música, para la literatura, para la historia. Es decir -por citar a Sánchez Ferlosio- debe “instruirlos” en el patrimonio común de un saber colectivo y universal. Mientras el mercado produce materialmente súbditos y bárbaros de manera permanente, se exige a los educadores que, a fuerza de discursos y “valores”, los transformen en ciudadanos.

La escuela, verdadera damnificada del proceso de globalización capitalista, se convierte así en el chivo expiatorio del fracaso estrepitoso, estructural, de una sociedad radicalmente “incivilizada”. Se le reclama que eduque para la libertad, que eduque para la tolerancia, que eduque para el diálogo mientras se entrega a la Mafia la gestión de las montañas y los ríos, el trabajo, las imágenes, la comida, el sexo, las máquinas, la ciencia, el arte. Educados por las Multinacionales y las leyes de extranjería, por el trabajo precario y el consumo suicida, por la Ley de partidos y la televisión, reducidos por una fuerza colosal a la condición de súbditos, la escuela debe corregir con buenas palabras los egos industriales fabricados, como su función económica y su amenaza social, en la forja capitalista.

¿Enseñar anti-racismo e integración? El gobierno español firma la expulsión de ocho millones de inmigrantres de la Unión Europea. ¿No es ese gesto mucho más educativo?

¿Enseñar Estado de Derecho? Solbes, ministro de Economía, nos dice que “no soy partidario de grandes leyes que den reconocimiento de derechos para toda la vida”. ¿No son estas declaraciones, y la “liberalización” económica que las acompaña, mucho más influyentes que un artículo de la Constitución?

¿Enseñar no-violencia y tolerancia? EEUU, el país más “democrático” del mundo, invade Iraq por televisión y tortura a sus habitantes en directo. ¿No es esta una demostración mucho más convincente de que la violencia en realidad es útil?

¿Enseñar espíritu deportivo de participación? Una sola carrera de fórmula-1 (fusión material de rivalidad bélica, ostentación aristocrática y competencia interempresarial) enseña más que 4.000 libros de filosofía.

¿Enseñar igualdad y fraternidad? Seis horas de publicidad al día condicionan nuestra autoestima al ejercicio angustioso, pugnaz, de un elitismo estándar.

¿Enseñar respeto por el otro? Basta cualquier concurso de televisión para comprender que lo divertido es reírse de los demás y lo emocionante es verlos derrotados y humillados.

¿Enseñar solidaridad? El mercado laboral y el consumo individualizado convierten la indiferencia en una cuestión de supervivencia cotidiana.

¿Enseñar respeto por el espacio público? Las calles, los periódicos, las pantallas, están llenas de llamadas publicitarias a hacer ricas a unas cuantas multinaciones y a matar a decenas de miles de personas en todo el mundo.

¿Enseñar la resolución dialogada de los conflictos? Leyes, detenciones, torturas, periodistas y políticos dejan claro en todo momento que con “terroristas” no se habla ni se negocia.

¿Enseñar humanitarismo, compasión, dignidad, pacifismo? En agosto de 2007 siete pescadores tunecinos fueron detenidos, aislados y procesados, de acuerdo con las leyes italianas y europeas, por haber socorrido a inmigrantes náufragos a la deriva. Ningún discurso humanitario puede ser tan decisivamente pedagógico.

Hemos entregado la infancia a Walt Disney, la salud a la casa Bayer, la alimentación a Monsanto, la universidad al Banco de Santander, la felicidad a Ford, el amor a Sony y luego queremos que nuestros hijos sean razonables, solidarios, tolerantes, “ciudadanos” responsables y no “súbditos” puramente biológicos. El mercado capitalista nos trata como piedras, ratones y calabazas y luego pedimos a los maestros y profesores que nos conviertan en humanos “civilizados”. Nada tiene de extraño que cada vez menos gente crea en los discursos y cada vez más gente crea en Dios. Si aceptamos el capitalismo, si no acometemos una verdadera transformación que asegure que a la escuela llegan ciudadanos y no súbditos, el futuro -incluso electoralmente- es de los fanáticos, los fundamentalistas y los fascistas. Como ya lo estamos viendo.

Fuente: HERRIA-2000, julio de 2008 (Ekal Herria).

sábado, 6 de septiembre de 2008

EL SEGUNDO VIDEO JUEGO DE INVASIÓN A VENEZUELA


“Mamá, ¿me dejas jugar al paramilitar que invade Venezuela?”

Luigino Bracci Roa Yvke Mundial

Finalmente, luego de años de desarrollo, polémica y publicidad “gratuita” a través de agencias de noticias y páginas de videojuegos, ha salido a la calle el juego “Mercenaries 2”.

Todos los días salen a la calle en Estados Unidos decenas de nuevos videojuegos, pero éste ha recibido atención especial por su temática: es “un videojuego de mercenarios ambientado específicamente en una Venezuela, donde un tirano hambriento de poder altera el suministro de petróleo, provocando una invasión que convierte al país en una zona de guerra”.

Las primeras imágenes del videojuego datan de 2005, cuando hubo una gran polémica debido a que se veían imágenes de la sede La Campiña (Caracas) de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) siendo destruida en la invasión. También se veía en llamas a la Torre Domus, de Plaza Venezuela, donde estaba ubicada hasta 2004 la sede del Centro Nacional de Tecnologías de Información, que en ese entonces mantenía a servidores de aplicaciones y sitios web del Estado venezolano.

Según la historia del juego, una importante figura política venezolana llamada Ramón Solano, contrata a los protagonistas (los mercenarios) para un trabajo, pero luego se niega a pagarles. Solano entonces da un golpe de Estado en Venezuela, convirtiéndose en el dictador del país. Se apodera de la producción de petróleo venezolana, y la utiliza para causar incidentes internacionales.

”Es tiempo de que los venezolanos dejen de pagar por la codicia de intereses extranjeros, les haremos pagar por nuestro petróleo. De hoy en adelante todo el mundo pagará”, dice Solano antes de iniciar los combates en escenarios venezolanos. Algunas escenas del juego, que tiene lugar en el 2010, muestra a mercenarios de acento estadounidense asaltando instalaciones petroleras durante el sangriento golpe de Estado.











El juego presenta escenarios de Caracas, Mérida y otros lugares del país. Incluso se pueden lanzar bombas nucleares en territorio venezolano. Las Fuerzas Militares que se oponen a Solano (es decir, los “buenos”) se agrupan en el “PLAV”: “People’s Liberation Army of Venezuela”, o Ejército de Liberación Popular de Venezuela. Su logotipo sin duda que nos será muy familiar a todos los venezolanos: el puño de OTPOR.

OTPOR es el grupo que ha organizado movimientos estudiantiles para derrocar a gobernantes de Serbia, Georgia, Ucrania y otros países a través de las llamadas “revoluciones de colores”. El movimiento estudiantil venezolano, que ha cambiado el puño por las manos blancas con la palabra “Resistencia”, es otro de los asesorados por OTPOR.



































De asesinos, a héroes

El sitio web Tribuna Latina da otra descripción del videojuego: “Trata de ganar dinero como mercenario en una guerra que se desarrolla en Venezuela a causa de la lucha por el Oro Negro. Todo parecido con Irak (no) es pura coincidencia”.

De pronto, los héroes son los mercenarios (mejor conocidos en Venezuela y Colombia como “paramilitares”): personas contratadas por un gobierno para realizar trabajos tan sucios e ilegales, que no pueden ser realizados por soldados regulares. Los paramilitares o “mercenarios” colombianos acostumbran asesinar a sus víctimas de las formas más despiadadas: serruchan a una persona viva, frente a sus familiares y demás pobladores, con el fin de atemorizar a la población. Sin embargo, repentinamente estos villanos son los héroes y sus acciones se trivializan.

Videojuegos usados para reclutar jóvenes

El juego es desarrollado por Pandemic Studios, empresa radicada en Los Angeles, California, y en Australia. Parece una “inocente” empresa de videojuegos como tantas otras, pero la realidad tal vez no sea tan “inocente”. “El mercado al que Pandemic apunta son los jóvenes y adolescentes que están en edad para ser reclutados por las Fuerzas Militares. Y esta no es la primera aventura militar de Pandemic”, explicó en 2006 la Red de Solidaridad con Venezuela. Y ofreció evidencias:

El portal MSNBC, de la cadena NBC y Microsoft, escribió un interesante artículo en octubre de 2003, titulado “El Pentágono y la CIA reclutan a los videojuegos”, en donde informan que ambas organizaciones estadounidenses están utilizando los juegos electrónicos para resolver dos graves problemas:

La cada vez más baja cantidad de jóvenes que están postulándose para la recluta militar en su país.

La necesidad de entrenar a sus soldados con tecnologías cada vez más económicas y masivas, que les permitan aprender tácticas militares y formar líderes.

Por ello, el Pentágono y la CIA han usado cada vez a más empresas de viodejuegos para crear simulaciones “realistas” de soldados invadiendo terceros países. Las máquinas de videojuegos y las computadoras, además, permiten que varios jóvenes que viven en ciudades distintas se conozcan a través de Internet, y jueguen en “equipos” de forma cooperativa, lo que permite que estas simulaciones militares se usen para que los soldados (o los futuros soldados) elaboren estrategias grupales para vencer a sus contrincantes.









Explica MSNBC: “El juego ‘Full Spectrum Warrior’ fue creado a través del Instituto para Tecnologías Creativas (Institute for Creative Technologies, ICT) en Marina Del Ray, California, un emprendimiento de 45 millones de dólares formado hace 5 años (1998) por el Ejército para unir la Academia con las industrias del entretenimiento y los videojuegos. El instituto subcontrató el trabajo de desarrollar el videojuego a la empresa Pandemic Studios”.

En otras palabras, Pandemic trabajó para un instituto que trabajaba para la CIA. Señala el mismo artículo, fechado en 2003, que el ICT “ha trabajado con la CIA por cerca de un año, a un costo de varios millones de dólares, permitiendo a analistas de la Agencia asumir el rol de líderes o miembros de células terroristas para conducir operaciones”.








Pandemic muestra con orgullo el proyecto en su página web: “Full Spectrum Warrior / Army Training (Entrenamiemto del Ejercito) es un simulador de Infantería ligera a nivel de escuadrón desmontado, creado para su uso por el Ejércido de los Estados Unidos para ser jugado en una cónsola de última generación. Se enfoca en la toma de decisiones tácticas por parte del Líder del Escuadrón. Esas decisiones deben hacerse bajo fuego cruzado e ambientes muy complejos en términos tácticos y políticos, en MOUT (Operaciones Militares en Terrenos Urbanos)”.

El instituto antes referido también creó otro juego de entrenamiento únicamente para militares, “Full Spectrum Command”, en febrero de 2003. Ambientado en Europa del Este (aún con las heridas del conflicto en los Balcanes), “pone a prueba la organización, toma de decisiones y la habilidad de reconocer amenazas” para un líder de 120 tropas de paz.

MSNBC también señala que “los videojuegos cada vez se ven como una forma de aumentar el interés de los adolescentes en ingresar a la recluta. Jugos como ‘America’s Army’, desarrollado y publicado por el Ejército, y ‘Guard Force’, desarrollado por la Guardia Nacional, pueden ser descargados y jugados en las oficinas de reclutamiento”. En Estados Unidos la recluta es voluntaria, y no es para nada secreto que las Fuerzas Armadas han apelado a todo tipo de “trucos” (como ofrecer la ciudadanía a ciudadanos extranjeros, u ofrecer primas de estudio de miles de dólares a los futuros combatientes) para tratar de aumentar la cantidad de jóvenes que se ofrecen a ir a invadir otros países. Hasta Los Simpsons han hecho parodias al respecto.

Pero ningún juego supera a Counter-Strike o Rainbow Six, juegos que si bien son vistos como una forma de entretenimiento en Venezuela, que incluso fomenta el trabajo en equipo, sin embargo en Estados Unidos también ha despertado el interés de los jóvenes en lo militar.

”¿Por qué tanta bulla? ¡Es sólo un juego!”

Es preocupante pensar que millones de adolescentes estadounidenses estén entretenidos en este momento jugando a invadir a Venezuela. En 2002, millones de adolescentes jugaron “Conflict: Desert Storm”, meses antes de iniciarse la invasión a Irak. El juego condicionó o acostumbró a muchos a que una invasión a dicho país era inminente y hasta necesaria, ello a pesar de que luego se determinó que era falso que el gobierno iraquí tuviera relaciones con Al Qaeda o desarrollara armas nucleares.

Chuck Kaufman, integrante de ‘Alianza para la Justicia Global, planteó la cuestión de que si se trata de “sólo un juego”. Él es un buen conocedor de la comunidad latinoamericana en los Estados Unidos. Antiguo integrante de la ‘Red nicaragüense’, actualmente pertenece a la ‘Alianza para la Justicia Global’ (Alliance for Global Justice, AFGJ) y es el coordinador de la ‘Red Solidaria Venezolana’.

¿Por qué no eligen Dublin o Washington D.C. como escenarios? Pandemic simplemente capitalizó la imagen negativa y desacertada que la prensa de Estados Unidos cuenta sobre Venezuela y su líder, Chávez. Este juego no es más que otra pieza de propaganda antivenezolana, que sirve para el ejército norteamericano. Así de puro y simple”, aseguró.

Pandemic Studios perteneció, hasta el año pasado, al grupo Elevation Partners, siendo Bono (el famoso integrante del grupo musical U2) uno de sus accionistas. Diferentes protestas contra el cantante ocurrieron alrededor del mundo; se desconoce si esta fue la razón, pero el punto es que Pandemic fue vendida el año pasado a la casa de videojuegos Electronic Arts.

Kaufman explicó: “Bono era uno de los mayores inversores en Pandemics y vendió sus intereses en la compañía. Asimismo logramos que los diseñadores cambiasen al ‘hombre malo’ del juego de una figura parecida a la de Chávez por la de un corrupto hombre de negocios”.

Pandemic se defiende: Es como una película de James Bond

Hace un par de días el director de Pandemic, Cameron Brown, restó importancia al hecho de que Venezuela fuese el terreno donde se desarrollaba la acción de Mercs-2.

“Nos sentimos halagados cuando nos prestan tanta atención a nosotros. Algunas de las cosas que ellos claman, como que estamos en línea con la administración de Bush, son muy graciosas. Nuestra actitud es no ofender a nadie. Llevamos adelante ‘Mercenaries-2’ como una película de acción. Como en el caso de James Bond; se escoge un sitio en el planeta y lo conviertes en una película de acción sobre ese sitio”, explicó al sitio de videojuegos GameSpot. Consideró que las reclamaciones son “muy ficticias. No creo que nadie se las tome en serio. Nosotros no lo hacemos”.

Pero para Kaufman, las alegaciones no son para nada ficticias. “Bond es un agente inglés posterior a la era del imperialismo británico. Los Estados Unidos tienen más mercenarios en Irak que soldados. El régimen de Bush hostiga a Venezuela y Chávez con mucha claridad. Pandemics está asociada con la guerra; esto es más que ‘ficción’”.

”Existe una diferencia entre mirar a alguien que mata una persona y pulsar un gatillo tu mismo. Esos videojuegos se han vuelto realistas. De todos modos no es verdad que el cine no tenga problemas con la violencia gratuita”.

Otro videojuego contra Venezuela: “Conflict: Denied Ops”

Como si ya no fuera suficiente con Mercenaries 2, en febrero se puso a la venta otro juego de combate en primera persona (FPS o First-Person Shooter) llamado “Conflict: Denied Ops” (traducible como “Conflicto: Operaciones no reconocidas”) que también se escenifica en Venezuela, además de Ruanda y Rusia. Trata de dos agentes de la CIA que deben incursionar en el país para realizar acciones especiales. Se podrá jugar en PCs, Xbox360 y Playstation3.

















Una reseña del videojuego cuenta la trama intervencionista:

Al principio del juego nos enteramos de un golpe de estado militar en Venezuela. El golpe, dirigido por el general Ramírez, provoca una guerra civil en Venezuela y produce un gran número de bajas civiles. Sin embargo, cuando se inicia una intervención de la ONU, encabezada por Estados Unidos, Ramírez sorprende a todo el mundo con la amenaza de utilizar un arma nuclear que nadie pensaba que poseyera”.

”Debido a la imposibilidad de arriesgar en una intervención militar directa, se pide ayuda a la División de Actividades Especiales de la CIA para intervenir en misiones que no serán reconocidas en absoluto por el gobierno de Estados Unidos. Como primer paso, Graves y Lang son enviados al corazón de Venezuela para que, por sus propios medios, encuentren pruebas del programa nuclear de Ramírez. Un fragmento de datos les lleva a iniciar una carrera contra el tiempo a través de 4 continentes para evitar que una mortífera carga caiga en manos de Ramírez.

Algunos de los soldados del general Ramírez usan boínas rojas.

El juego es desarrollado por la empresa británica Pivotal Games y comercializado por Eidos, también otra empresa británica que se volvió famosa con los jueguitos de Lara Croft (Tomb Raider). En 2005 Elevation Partners (la empresa de la cual es copropietario Bono) intentó comprar a Eidos, pero se le adelantaron.


¿Son simples e inocentes videojuegos, o planea la ultraderecha estadounidense condicionar a su población -y, en particular, a jóvenes en edad de ingrar a la Milicia- para una futura intervención en Venezuela? Usted decide.